En Vizcaya la campaña estaba decidida, nada se puede hacer.
Se espera la inminente continuación de la ofensiva nacional sobre Santander. Es fundamental paralizar esa ofensiva nacional en el Norte, a fin de sostener aquel “segundo frente”.
También se dispone información sobre que
“el enemigo, no obstante estar operando intensamente en el frente del Norte, se halla reuniendo nuevas tropas para realizar otra ofensiva, al parecer en los frentes del Sur”.
Lo que obliga a “operar urgentemente”, no sólo para paralizar la marcha de las columnas que avanzan por Vizcaya, sino para impedir el posible avance de otras en Andalucía o Extremadura .
También hay razones políticas. El 15 de mayo queda abierta la crisis del Gobierno central, cesa Largo Caballero y el 18 es nombrado el doctor Negrin. El nuevo Gobierno necesita una victoria en los campos de batalla.
En política exterior, en esos se discute en el Comité de No Intervención el reconocimiento de la beligerancia de las fuerzas nacionales, lo que era necesario evitar a toda costa.
Madrid es en este momento la preocupación máxima del Ejército Popular.
Vicente Rojo
“En Madrid se había fraguado el Ejército Popular; allí se habían transformado las muchedumbres de abigarrados combatientes en soldados, y la infinita gama de unidades de médula política en otras militarmente coherentes y disciplinadas, mucho antes de que ningún otro frente ni región intentase siquiera emprender la obra … Madrid era, pues, en la breve pero fecunda historia de la lucha, lección y ejemplo para el combatiente y para la causa, el crisol donde se había operado la metamorfosis moral de nuestros soldados y la orgánica de nuestro Ejército. Su frente seguía siendo el más candente, donde teníamos las tropas más aguerridas, los jefes más experimentados dentro de nuestra general improvisación y por añadidura donde se daba plenamente la encarnación viva del sentimiento nacional de lo español en la masa de luchadores .. . No puede por ello sorprender que al pensarse en nuestra primera operación ofensiva, con fines que aspiraban a ser decisivos para la lucha, se eligiese el frente de Madrid para realizarla”.
Para el Mando supremo y los jefes políticos y militares, Madrid no había prescrito en su carácter de objetivo básico de la guerra.
Franco sin embargo ha desplazado el centro de gravedad de la guerra al Norte.
Se ha tejido alrededor de la capital de España un potente entramado propagandístico. Continúa siendo “la tumba del fascismo”.
El momento central de la lucha ha sido el mes de noviembre de 1936 y se prolonga a lo largo del invierno con las batallas del Jarama y de Guadalajara. Ahora se pretende provocar el derrumbamiento del frente nacional de Madrid desarticulando el núcleo más selecto del Ejército enemigo.
El éxito, podría suponer el final de la guerra.
Antecedentes lejanos de Brunete. En el mes de enero, cuando las fuerzas nacionales cortan la carretera de La Coruña entre Las Rozas y la Cuesta de las Perdices, Miaja lanza varias Brigadas, de Norte a Sur, por el valle del Guadarrama, partiendo del boquete entre Las Rozas y Villanueva del Pardillo.
Antecedente cercano. Entre el 22 y 27 de marzo se vuelve sobre esta idea y la proyectada operación sobre Mérida y Oropesa está conectada con otra en dirección a Brunete.
A finales de junio, se elabora un “Plan de Maniobra”, sin fecha, sobre una futura operación ofensiva en el Centro. Se señala que las operaciones tendrán por objeto
“coger de revés a las fuerzas enemigas situadas al Oeste y Sur de Madrid, envolver el frente, provocando el repliegue y obligando al enemigo a desplazar la línea de contacto al arroyo Butarque, con objeto de salvar a Madrid de la acción de bombardeo diario de la artillería.”
Se trata de hacer caer todas las posiciones que amenazan Madrid desde la Ciudad Universitaria a los barrios del Sudeste.
Para llevar a cabo esta ofensiva se planea disponer de una fuerte masa de maniobra: cinco Cuerpos de Ejército, doce Divisiones, 28 Brigadas, 150 carros y 50 blindados, aparte de la artillería, varios escuadrones, batallones de Ingenieros y Servicios; figurando entre las Brigadas cinco Internacionales.
La maniobra consiste en un doble envolvimiento, en el que el esfuerzo principal se llevaría según la dirección Valdemorillo-Brunete-Móstoles, y el secundario, por la de Entrevías-Ventorro de las Pájaros-Asilo de San José, cortando las carreteras de Extremadura, Toledo y Getafe, y con ello “copadas” las fuerzas que presionaban la capital, librándose luego una batalla de desgaste en la que se acumularían toda clase de medios.
“Ambas direcciones combinadas tratan de envolver las fuerzas de defensa de Madrid; reducir su libertad de movimientos; impedir que con las reservas que queden dentro de la zona envuelta se formen fuertes columnas que puedan contrarrestar la maniobra; dejar toda la zona envuelta bajo la acción directa de nuestra artillería y, finalmente, librar la batalla de carácter decisivo, acumulando todos los medios que disponga nuestro Ejército.”
Unas “Directivas para las operaciones en los Frentes de Madrid”, también sin fecha, pero posteriores al Plan, resultan más concretas.
Se romperá el frente enemigo entre Villanueva del Pardillo y Navalagamella. Se ocuparán Quijorna, Villanueva de la Cañada, Brunete y se crearán dos cabezas de puente en la margen izquierda del Guadarrama, sobre las carreteras que conducen a Boadilla y Villaviciosa de Odún. Posteriormente se proseguirá sobre Navalcarnero, Alcorcón-Móstoles o Las Rozas, según aconsejasen las incidencias de lucha. La maniobra secundaria no difiere de la anteriror.
Se señalan tres direcciones posibles tras la conquista de Brunete y las dos cabezas de puente.
En las directivas figuraban una serie de acciones de distracción en Extremadura, Andalucía y Aragón, más otras muy directamente relacionadas con el ataque principal, una a cargo del Cuerpo de Ejército III sobre la Cuesta de la Reina (sector de Aranjuez) que tendría lugar el día D-1, y dos en los frentes de los Cuerpos de Ejército IV y I el mismo día D y que no se precisaban.
Las fuerzas que intervendrían en la operación, aunque con ligeras reducciones, seguían siendo considerables.
Dos ríos, el Guadarrama y el Perales, en dirección Norte-Sur, el primero un afluente, el Aulencia, todos de muy escaso caudal veraniego. Fuera de estos tres cursos de agua sólo hay algunos arroyos, que en los días de julio se encontraban totalmente secos.
Entre los ríos Aulencia y Guadarrama por una parte y el río Perales por otra, la orografía muestra una amplia llanada, en la que se encuentran los pueblos de Villanueva de la Cañada, Quijorna y Brunete y las alturas apenas destacadas de los vértices Llanos y Líjar, llanada dominada por otra zona más alta y movida, donde figura Valdemorillo y los vértices Valquemado y Santa Ana, este último bastante dominante.
Entre el Aulencia y el Guadarrama, en un terreno removido, se hallan los pueblos de Villanueva del Pardillo y Villafranca del Castillo y los vértices Madroñal y Mocha. Y más allá, dentro de una llanada muy parecida en cierta forma a la de Brunete, aparecen las localidades de Las Rozas, Majadahonda y Boadilla y los vértices Cumbre, Manilla, Cristo, Romanillos y Mosquito. En general, apenas si se ofrece algún buen observatorio.
El clima, calor extremo en verano y seco en general, algunas lluvias torrenciales y la naturaleza arenosa del terreno, produce una vegetación muy pobre, y la erosión, los cortados en las márgenes de ríos y arroyos. Domina el erial, el coto de caza y el cultivo de secano,-cereal y viñedo, con alguna mancha de olivar y monte alto y bajo; siendo de destacar los bosquecillos situados al Norte de Brunete, Sur de Perales de Milla y en la cuenca del Guadarrama, desde la altura de Villafranca del Castillo a Villaviciosa de Odón.
Escasa de comunicación. Eje pricipal puede considerarse la carretera que desde El Escorial, y por Valdemorillo, Villanueva de la Cañada, Brunete y Sevilla la Nueva, lleva a Navalcarnero, carretera que en Brunete ,nudo importante, se cruza con la que desde San Martín de Valdeiglesias conduce a Alcorcón. A Perales de Milla y Villafranca del Castillo sólo se puede llegar por caminos de herradura, y en parte ocurre lo propio con Quijorna.
Desde el punto de vista de la maniobra proyectada las condiciones logísticas no eran del todo malas. Cortada la carretera general de Madrid a El Escorial, este obstáculo se había salvado construyendo una vía circunstancial, que partiendo al Norte de Fuencarral conducía a El Pardo, de donde se pasaba a Torrelodones. Entre Torrelodones y El Escorial no era difícil llegar al campo de batalla de Brunete, bajando por una pequeña red de carreteras locales que llevan a Villanueva del Pardillo, Villanueva de la Cañada y Valdemorillo.
Desde el punto de vista de la observación, muy propicio a la visión desde el aire en general,. Menos favorable era el situado más a retaguardia, con lasidas zonas boscosas que desde El Pardo se extienden por Torrelodones y Galapagar hasta El Escorial .
Zona de demografía escasa. Sólo Valdemorillo supera los dos mil habitantes y Brunete los mil.
Llamado Teatro de Operaciones del Centro por el Estado Mayor del Ministerio de la Guerra en septiembre de 1936.
Hasta la primavera de 1937 el mejor organizado y dotado en ambos bandos. Contaba con los mejores efectivos. Al iniciarse las operaciones en Vizcaya, el Mando supremo nacional distraería de él algunas unidades, pero esto no afectaría al conjunto del despliegue, tanto en calidad como en cantidad.
El mando nacional crea el 03JUN37 el Ejército del Centro. Cuartel General en Valladolid, a las órdenes del general Saliquet, coronel Quero Orozco al frente del Estado Mayor. Comprendía tres Cuerpos de Ejército:
- el V o de Aragón,
- el VII o de Castilla la Vieja
- y el I o de Madrid,
- Sector de Cáceres
- Reserva General.
El VII Cuerpo se extendía desde el Alto Tajo (Molina de Aragón excluido) al río Guadarrama. Al mando del general Varela, jefe de Estado Mayor el coronel Esteban Infantes, Cuartel General en Segovia. Con Divisiones:
- la 53 (general Moscardó)
- y la 75, al mando del general Serrador, Cuartel General en Ávila; la División se extendía desde la sierra de Guadarrama, puerto de Malagosto, al río de aquel nombre.
El CE I , a la derecha del anterior, llega hasta Puente del Arzobispo, inclusive. Al mando, provisionalmente, del general Yagüe, que había sustituido al general Valdés Cabanillas, al frente del Estado Mayor el teniente coronel Rodríguez Valderrama. El Cuartel General radicaba en Villa del Prado. Se compone de las Divisiones
- 71,
- 72
- y 74
mandadas por los generales Iruretagoyena, Asensio y el propio Yague, hasta el 8 de julio que será designado para mandar en propiedad el Cuerpo de Ejército, reemplazado por el coronel Carroquino.
También se encuentra aquí la Brigada de Vanguardia (teniente coronel Ríos Capapé).
La División de Iruretagoyena defiende el frente desde el Guadarrama a la carretera de Extremadura; la 74, al Este de la anterior, llega hasta el extremo derecho del despliegue; la 72 se encuentra incrustada en esta última, en la cabeza de puente del Jarama; y la Brigada de Vanguardia cubría la Ciudad Universitaria. Los Cuarteles Generales se encuentran respectivamente, en Boadilla del Monte, Yuncos, Pinto y la misma Ciudad Universitaria.
La Reserva del Ejército esta formada por
- la División 73 (mando, general Barrón; Cuartel General, Navalcarnero),
- dos Regimientos de Caballería (tenientes coroneles Balmori y Velasco)
- y la Artillería del Ejército (coronel Sánchez Gutiérrez).
El 28 de junio, el CG nacional dispone que, “para dar homogeneidad a las denominaciones de las Divisiones de los Cuerpos de Ejército, alteradas por la creación del Ejército del Centro”, se llamasen 11, 12 y 14 a las antiguas 71, 72 y 74 del I Cuerpo de Ejército, 71 y 72 a las antiguas 75 y 53 del VII Cuerpo, y 13 a la anterior 73 de la Reserva.
En los estados de fuerza correspondientes al 30 de junio, los efectivos alcanzan un total aproximado de 113.000 hombres; número grande para seis Divisiones (a 18.833 por División), pero escaso si tenemos en cuenta la longitud exagerada del frente que tenían que cubrir y defender.
Frente a la fuerza nacional se encuentran más de 200.000 hombres correspondientes al Ejército Popular del Centro . Cinco CEs en línea y uno en reserva, con unas 20 Divisiones.
En todo el despliegue del Ejército nacional del Centro sólo la DIV 13 (+) figuraba como Reserva. Al mando del general Barrón. Organizada a base de tres Brigadas, cuyos jefes eran los tenientes coroneles Alvarez Entrena, Coco y Rodrigo, con seis batallones cada uno. 18 batallones pero varios se habían trasladados al frente de Aragón, para contrarrestar el ataque enemigo sobre Albarracín y algún otro se encontraba en Segovia desde la ofensiva sobre La Granja.
En el momento de iniciarse la batalla de Brunete, el general Barrón se encontraba de permiso y la División se hallaba al mando provisional del teniente coronel Rodrigo.
La parte del frente comprendida entre los ríos Perales y Guadarrama había pasado, tras las órdenes del Ejército del Centro de 8 y 16 de junio, de la 71 División (luego 11) a a la 75 (después 71).
El general Serrador, al mando de este sector, mantuvo desde el primer momento viva preocupación por considerarlo como un espacio o boquete muy peligroso y apto para las infiltraciones enemigas. El 22 de junio se dirigía al jefe del VII Cuerpo de Ejército solicitando aumentar los efectivos, en vista de las reiteradas informaciones que aseguraban la inminencia de un ataque muy fuerte. Para organizar de modo debido el frente defensivo ante Navalagamella y Villanueva del Pardillo, pide al general Varela un mínimo de
“tres batallones instruidos, dos baterías de 10,5 y dos de 7,5, además de un par de baterías antitanques, por lo adecuado que es el terreno a la maniobra de este potente elemento de guerra; y para reserva de esa línea, dos batallones más”.
No es posible satisfacer esta petición pero se traslada al escalón superior para que tuvieses en alerta las Unicidades necesarias para hacer frente a una acción enemiga en la zona.
Vísperas de la ofensiva, y de izquierda a derecha los efectivos del Subsector de Brunete, al mando del teniente coronel don Abelardo Mancebo, eran:
- Los Llanos: una centuria de la V bandera de la Falange de Castilla y dos piezas contracarros,
- Quijorna: V bandera de la Falange de Castilla (menos la centuria de Los Llanos) y una pieza contracarro.
- Brunete: puesto de mando del sector y pequeños servicios.
- Villanueva de la Cañada: II bandera de Falange de Sevilla (menos una centuria, que se encontraba en Villafranca del Castillo), dos piezas contracarros y dos de 75.
- Castillo de Villafranca: una compañía de Voluntarios de Canarias (Las Palmas).
- Villafranca del Castillo: una centuria de Falange (de la bandera de Villanueva de la Cañada), cinco piezas contracarros y una batería de 75.
- Villanueva del Pardillo: VIII batallón de San Quintín y dos piezas contracarros.
El día 5, y a la vista de las noticias alarmantes que la información suministraba, se enviaron algunas pequeñas reservas.
El Mando del Ejército desplazó al V tabor de Larache, que pasó a reforzar la guarnición de Villanueva del Pardillo, menos una “mía”, que marchó a Villafranca del Castillo, y un batallón de Tiradores de Ifni, el cual quedó en Quijorna, salvo una “mía” que engrosaría la guarnición del vértice Llanos, enviándose además una batería de 155 a Romanillos.
Los efectivos totales eran dos tabores, dos banderas de Falange, un batallón, dos compañías sueltas, 12 piezas contracarros, dos baterías y dos piezas sueltas, un puesto de mando y algunos pequeños servicios situados junto a él, para cubrir unos 20 kilómetros de un terreno apto para la sorpresa.
Teniente coronel López Muñiz
“Esta comparación entre el frente a cubrir y las fuerzas destinadas a su guarnición, la ausencia de obstáculos naturales y lo compartimentado del terreno, basta para formarse clara idea de las características del despliegue. No hay ni puede haber línea continua; no hay ni puede haber continuidad en los fuegos ni aun en la vigilancia; no hay posibilidad de organizar una posición de resistencia en su concepto de escalonamiento en profundidad, y se carece absolutamente de reservas. El despliegue queda reducido, en realidad, a unos núcleos de resistencia prácticamente aislados entre sí y entre cuyos intervalos, de noche y conociendo el terreno, es muy posible salvar la línea con la absoluta seguridad de no ser descubierto.”
Teniente coronel Álvarez Entrena
“No había ni podía haber línea continua. No había ni podía haber continuidad en los fuegos, ni aun en la vigilancia. Eran sólo pequeños puestos aislados entre sí.”
Fuerzas destacadas en los costados.
A la derecha la 11 División, y de ésta su III Brigada, que tenía
- en Las Rozas el I tabor de Alhucemas y una pieza antiaérea;
- en Majadahonda, el IV batallón de Granada, el III batallón expedicionario de Tenerife, una batería de 75 y una pieza “antitanque”,
- y en Boadilla, el Cuartel General de la División.
La III Brigada contaba con 1.961 hombres, a los que había que agregar los 298 de la Comandancia Militar de Boadilla.
A la izquierda se encontraba la II Brigada de la 71 División, formada por las Comandancias de El Espinar y Navalperal y los subsectores de Peguerinos, Las Navas, Robledo de Chavela, Navalagamella y Brunete.
En el Subsector de Navalagamella desplegaban
- VI batallón completo
- una compañía del II batallón de San Quintín,
- una sección del II batallón de Tenerife
- seis centurias de Falange (dos de Valladolid, dos de Zamora, una de Avila y una de Salamanca).
En total, estas fuerzas sumaban 1.641 hombres, a los que había que agregar tres baterías ligeras, una sección de Zapadores, un equipo de transmisión y algunos servicios.