La sublevación ha fracasado. La II República Española ha colapsado.
El bando nacional se encuentra en Estado de Guerra y desde el inicio actúa en consecuencia. Enfrente no hay un bando único, seguiré llamando “bando republicano” aunque como podemos ver en estos momentos en Cataluña, y algo menos en Valencia, el Gobierno Republicano carecía de autoridad. Esta situación se mantendrá, en mayor o menor medida, a lo largo de la contienda en la mayor parte del territorio teóricamente bajo control del Gobierno.
Las fuerzas que se imponen al Alzamiento en Cataluña desarticularán prácticamente toda la organización militar existente. No hay ni Mando Unificado ni Objetivo Unificado; ganar la Guerra, ganar la Independencia, ganar la Revolución…; cada grupo tiene sus Objetivos.
Se crearan columnas de toda tendencia política, sin mando, organización ni disciplina militar.
Se extenderán por Aragón pero pronto será frenadas y detenidas por fuerzas militares contrarias de entidades mínimas. No hay coordinación ni organización militar. Pronto se darán cuenta de ello e intentarán las primeras tentativas de adaptación a la realidad. La Generalidad no tiene gran interés en cooperar con el Gobierno; intentará actuar de la manera más independiente posible. El desembarco en Mallorca es un ejemplo de ello.
En el bando nacional la preocupación mayor es la escasez de fuerzas, llegan refuerzos de Navarra y se inicia la movilización de reemplazos y la incorporación de voluntarios; estos procesos no son inmediatos, se precisa encuadramiento, mandos e instrucción mínima. Con las escasa fuerzas disponibles se tratará de controlar el territorio y de retardar el avance de las columnas enemigas. Ambas tareas se llevarán a cabo con éxito.
El Frente de Aragón y Levante ya se vislumbra como el más activo durante la práctica totalidad de la guerra; las batallas por Zaragoza y los cercos de Huesca y Teruel estarán presentes durante mucho tiempo.