Sobre el papel el plan parece infalible
- el terreno es favorable,
- las fuerzas enemigas son escasas
- y las que se encuentran guarneciendo las débiles posiciones organizadas son normalmente milicias y fuerzas de segunda línea;
- las fuerzas propias cuentan con una superioridad abrumadora.
El enemigo se encuentra empeñado en el Norte, donde tiene desplazada la práctica totalidad de su aviación.
Hay confianza en que el objetivo principal, Zaragoza, se alcance en las primeras 24 horas de lucha. También se da por seguro el levantamiento de la población civil favorable contra el mando militar establecido en la capital.
Posiblemente la confianza no es tan grande como se quiere aparentar. La idea de maniobra del general Pozas no denota precisamente confianza ni en los mandos subordinados ni en las Unidades ejecutantes; se trata de una secuencia rígida de acciones a realizar sin ninguna flexibilidad ni margen a la iniciativa.
La acción se desencadena con éxito, se logra la sorpresa y, en general, se logran los primeros objetivos.
Gran optimismo pero dura poco. Los dos esfuerzos principales, desde Zuera a Zaragoza al norte del Ebro y desde La Azaila-Fuentes-Zaragoza al sur del Ebro, fracasan desde el primer momento.
Al norte, las fuerzas llegan a entrar en Zuera, pero se entretienen, se descontrolan y acaban replegándose en desorden ante la primera intervención de las escasas reserva locales. No volverán a tener la ocasión.
En el sur, las vanguardias, alcanzan la línea Mediana-Fuentes señalada pero la 11 División de Lister, que debe realizar el paso de línea y lanzarse directamente sobre Zaragoza, no llega. Inicialmente no dispondrá de los medios motorizados previstos y posteriormente perderá el tiempo, factor clave en la maniobra, reduciendo resistencias locales insignificantes perdidas en la inmensidad del espacio de maniobra. Cuando consiga llegar a contactar con las vanguardias, ya habrán comenzado a llegar las reservas móviles enviadas desde Zaragoza. Se combate fuerte pero la oportunidad ya ha desaparecido.
Tal vez se justifique una primera reiteración del ataque pero insistir en el mismo es absolutamente inútil, sólo llevará a un gran desgaste de las unidades con el consiguiente tributo en sangre.
La maniobra se basaba en alcanzar Zaragoza en las primeras 24 horas, no se ha conseguido; el levantamiento civil tampoco se ha producido. Franco ya ha decidido que no moverá fuerzas del Norte, sólo parte de la aviación. La ofensiva del Ejército del Este ha fracasado.
Se entrará en una fase de durísimo desgaste, en ambos bandos pero el bando nacional dispondrá de mejores capacidades para incrementar unidades, mientras que la República tendrá cada día más dificultades para reponer bajas y materiales.
El general Ponte dispone de muy escasas fuerzas, puntos críticos defendidos y el resto de la amplísima línea de contacto escasamente vigilada. Una reserva móvil potente y de buena calidad dispuesta para acudir a los puntos más amenazados. Y después de empeñar su reserva, a resistir y a esperar la llegada de refuerzos de otros frentes secundarios.
El alto mando republicano ha sacado de Madrid un CE completo, comunista, lo que permitirá al mando nacional liberar fuerzas de entidad y buena calidad para reforzar el frente aragonés.
El ruso Mijail Koltsov, de Pravda:
«Aquí es difícil combatir. Ásperas elevaciones arenosas, a veces como montañas. En esas elevaciones, la hierba queda requemada, más descolorida que un estropajo. Y eso es todo. Ni un árbol, ni un arbusto, nada que salve del calor.
No hay agua. La traen aquí en cisternas, de un riachuelo repulsivo, caliente y turbio, a veinte kilómetros de distancia. La teñimos con vino, pero el vino no puede disimular todos los desagradables resabios, salados y terrosos. ¡Pero al diablo con ellos, con los resabios! Que hubiera por lo menos un sorbo de esta agua cuando todo ha quedado reseco, dentro y fuera, cuando todos los poros del cuerpo están llenos de arena.
Esta caliente capa de arena se mete por la nariz, la garganta y las orejas; te frotas los ojos con los dedos sucios, los ojos se irritan, el sol los cauteriza y todo cuanto ves se ofrece con manchas anaranjadas y violáceas.»
«Una luna inmensa, irreal, alumbra sobre las pálidas colinas. Las columnas en marcha levantan nubes de polvo que, poco a poco, se mezclan. ¡Qué lugar más apartado, cuánto vacío y silencio en torno! ¿Es posible que no nos encontremos en África, en Asia central, es posible que estemos en la Europa occidental, a tres horas de vuelo de París?»
M. Azaña, del relato del jefe de una DIV:
«Las jornadas transcurridas han sido las más penosas que ha atravesado la DIV; el calor, la sed, el viento que arrastraba nubes de polvo que cegaban; los ataques continuados de día y de noche ; con las ametralladoras a cuestas por falta de mulos; la falta de vías de comunicación que hace las evacuaciones penosísimas; los medios con que cuenta el enemigo; artillería y aviación, que bombardean sin cesar; todo, en fin, contribuyó a hacer más duras estas operaciones»