95 La Campaña de Cataluña : 17. Fin de la guerra en Cataluña (5 a 9 febrero 1939)

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A las seis de la mañana del 5 de febrero de 1939, don Manuel Azaña, Presidente de la República, inicia la marcha para pasar a Francia.

Desde La Bajol a la frontera hay unos tres kilómetros de camino con una diferencia de nivel de nivel de 200 metros.

Le acompañan el presidente de las Cortes, Martínez Barrio, el del Gobierno, doctor Negrín, el ministro sin cartera y fiel amigo, José Giralt y algunos familiares y subordinados.

Azaña

«Nos acomodamos en los coches de la policía, capaces de trepar por aquel derrumbadero.>> A mitad del trayecto el coche que marchaba en cabeza y donde viajaba Martínez Barrio «se rompió», obstaculizando el camino y siendo ya imposible apartarle de él. Hubo, pues, que seguir a pie.
En lo alto, donde se encuentra la raya fronteriza, estaban los carabineros. Se cuadraron. «El descenso, por una barrancada cubierta de hielo, fue difícil»

Cruzan el Coll de Llí o puerto de La Pastora y llegan a Les Illes, pequeña localidad francesa. Allí, Negrín se despide de todos y vuelve a España.

En el regreso, aún en territorio francés, Negrín se cruza con la caravana donde se encuentran Companys, Aguirre,  y Tarradellas, entre otros varios viajeros.

Azaña había exigido no hacer el viaje con Companys

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Carta del JEMC. General Vicente Rojo, al Ministro de Defensa Nacional y Presidente del consejo de Ministros, D. Juan Negín.

Dará lugar a la «Directiva número treinta y uno» del GERO. Firmada por el general Cordón, jefe de Estado Mayor, y redactada por el Cor Jefe de Operaciones, D. Aurelio Matilla.

Señor presidente del Consejo y ministro de Defensa Nacional:

Tengo el honor de someter, adjunto, a la aprobación de V. E. el plan de maniobra que en las actuales circunstancias estima pertinente poner en práctica el general que suscribe. Para redactarlo, se ha tenido en cuenta principalmente la situación de desgaste y desmoralización en que se halla nuestro ejército y del cual, a pesar de los diarios e incesantes esfuerzos que se realizan por los mandos, no sólo no se logra sacar a nuestras tropas sino que parece acentuarse. Por ello, es absolutamente indispensable pensar que en la maniobra de repliegue que se está realizando se llegue hasta la frontera.

La gran probabilidad de que esto ocurra no excluye la idea de resistencia sobre la línea en que se previó podría efectuarse para cubrir la región de Figueras. En ella se están realizando trabajos de fortificación que no tienen la intensidad debida por la falta de colaboración de los elementos movilizados con este objeto, que han sido presa del pánico y que se están recuperando.

Cuando el enemigo llegue a alcanzar dicha línea, seguramente las obras no serán muchas ni buenas, pero constituirán, sin embargo, un punto de apoyo y una base de fuegos para poder realizar la resistencia nuestro ejército con mayor capacidad que actualmente puede verificarse. La resistencia, pues, si se logra una reacción moral de nuestras tropas y una rápida reorganización de las fuerzas, será posible y deberá realizarse. Sin embargo, si el enemigo rompiese el frente en tal situación, inevitablemente el repliegue habría de efectuarse ya sobre la frontera.

Por ello, el general que suscribe ha estimado conveniente trazar un plan de conjunto que, de acuerdo con la orientación dada por V. E. a la dirección política de la guerra y a las previsiones hechas para la evacuación de material a la región Central, consienta recuperar el mayor número de efectivos y proporcione la posibilidad de poder llevar a aquella región, donde la guerra ha de continuar, por decisión del Gobierno, el mayor número de elementos militares, de recursos, cuadros de mando y tropas.

Otra finalidad que ha inspirado este plan de maniobra, es la de reaccionar constantemente contra todos los síntomas de desorden, de descomposición, que por desgracia se acentúan en nuestras tropas y retaguardia. Diariamente es preciso esforzarse para que esto se logre, y por ello no es posible prever grandes repliegues ni maniobras amplias, sino procurar tener en la mano constantemente a las tropas y realizar repliegues muy limitados. Pero a medida que aquéllas se aproximan a la frontera, al reducirse nuestras posibilidades de maniobra y aumentar de modo extraordinario la densidad de ocupación, no sólo con las tropas sino con los organismos propios de la Administración Central, surge un problema pavoroso, que puede conducirnos al aplastamiento total de todos los órganos de acción con que contamos, si el paso a Francia no queda expedito.

Nuestra Aviación es, evidentemente, impotente para hacer frente a esta nueva situación que va a plantearse, pues el número de campos es muy reducido, y corre el riesgo de ser completamente destruida. De aquí que haya que pensar en que, si no se puede resistir en la línea preparada para la defensa en la región de Figueras, se lleve a efecto el repliegue al otro lado de la frontera.

Para asegurar esta maniobra de repliegue y hacerla ordenadamente dando la seguridad de que nuestros órganos de fuerza se mantienen bajo el control del Gobierno y del mando militar, se ha previsto la ejecución de una amplia red de destrucciones que, al interponerse entre nuestras tropas y el enemigo, consienta ganar una jornada para salvar libremente la frontera, con la sola presión de la Aviación, la cual podrá eludirse utilizando las noches de luna, para ganar espacio, y las destrucciones para impedir la acción de elementos motorizados.

La ejecución del plan que se propone, requiere lo siguiente:

PRIMERO: Seguridad de que nuestro ejército va a ser acogido al norte de la frontera ordenadamente (esta seguridad parece haberse logrado por la gestión diplomática).

SEGUNDO: Envío a la otra zona, con arreglo a una selección y orden de urgencia que se establezcan, de todos los medios (material, víveres, armamento, cuadros y hombres), siguiendo la ruta Marsella-Orán-Cartagena, para asegurar la protección de la escuadra. Esta gestión es preciso realizarla con urgencia.

Si V. E. aprueba esta propuesta, se cursarán las órdenes para la ejecución del plan trazado.

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(Al Grupo de Ejércitos de la Región Oriental)

Las circunstancias actuales aconsejan tener prevista para nuestras tropas una conducta que asegure, en primer término, la posibilidad de resistir el ataque enemigo, mientras ello pueda efectuarse; el orden y la disciplina más perfectos en el repliegue, si éste fuera impuesto por la superioridad del adversario, y finalmente, la reconstrucción de nuestro ejército al amparo de la frontera francesa, con la idea de recuperar todo el personal y revalorizar su moral para incorporarse a la región Central, donde por decisión del Gobierno, ha de continuarse la lucha.

Para el desarrollo de lo expuesto, ese Grupo de Ejércitos atemperará su conducta a lo siguiente:

PRIMERO: El repliegue que están efectuando los Ejércitos del Este y del Ebro continuará sin romper el contacto con el enemigo y haciendo lenta su progresión,
resistiendo en aquellos puntos que se presten a detener su avance, hasta la línea definida como principal de resistencia para cubrir la región de Figueras.

SEGUNDO: En tanto se verifica este repliegue, con las unidades que se hallan en organización, con los cuarteles generales que se repliegan del frente por la reducción operada en el mismo, y con tropas de confianza que puedan obtenerse de las grandes unidades combatientes, se organizará con urgencia la línea defensiva a que se refiere el párrafo anterior.

TERCERO: Al amparo de dicha línea se reconstituirán las unidades de los Ejércitos del Ebro y del Este, para realizar la defensa de la misma.

CUARTO: Si como consecuencia de la superioridad del enemigo o de la maniobra de ruptura que realice éste, la resistencia no fuese posible, las tropas se replegarán con todo orden y disciplina, siguiendo como ejes principales de repliegue, el Ejército del Ebro, que en la posición defensiva cubrirá el frente sur, siguiendo la dirección general de Port-Bou, y el Ejército del Este, que cubrirá el frente oeste, siguiendo la dirección general del Perthus.

QUINTO: Este repliegue se efectuará sobre líneas sucesivas, manteniendo constantemente dominada la línea de penetración para evitar que el enemigo pueda utilizar elementos motorizados, y se verificará en dos fases, la primera anterior a la zona de destrucciones, y la segunda entre esta zona de destrucciones y la frontera.

SEXTO: La zona de destrucciones comprenderá una faja de una anchura mínima de quince o veinte kilómetros en profundidad, a partir de la carretera general Rosas-Figueras-Olot. Su ejecución se tendrá rigurosamente preparada y con los materiales y hombres precisos para prepararla y efectuarla a partir de las 0 (cero) horas del día seis (6). Su ejecución correrá a cargo de las unidades de Zapadores de los ejércitos y de los guerrilleros, que quedarán afectos, con el objeto expresado, a las grandes unidades. Una vez el ejército al amparo de la zona de destrucciones, si le hubiera sido preciso replegarse a retaguardia de ella, se reorganizarán las unidades y continuarán su marcha por la red de comunicaciones que conduce a la frontera, con todo orden y disciplina, para ponerse al amparo de ella, y siguiendo a tal efecto, el Ejército del Este, las comunicaciones que atraviesan la frontera desde el castillo de Recasens hacia el oeste, y el Ejército del Ebro, las que van desde Espolla hacia el este.

SÉPTIMO: Se tendrá prevista la acumulación y distribución de los medios de transporte para comenzar en la noche de hoy, utilizando todos los medios automóviles y ferroviarios, la evacuación del material excedente, así como los depósitos de municiones, dejando en la zona del interior exclusivamente los medios necesarios para garantizar la resistencia de la línea defensiva que cubre el campo de Figueras. Tan pronto como las circunstancias obliguen a que esta última se repliegue, la maniobra se hará con todo orden, comenzando por los elementos pesados, y asegurando a toda costa que no queda en poder del enemigo ni una sola pieza de artillería ni material o depósitos de ninguna clase.
Las destrucciones, al verificarse el repliegue, se efectuarán cuando lo dispongan los jefes de las divisiones que se repliegan por cada uno de los ejes que comprende la zona, los cuales darán la orden de ejecución a los equipos preparados al efecto.

OCTAVO: La Aviación se mantendrá en su totalidad, cualquiera que sea la intensidad con que actúe el adversario, dedicada a la protección del frente y de los objetivos vitales de la retaguardia, y una vez dispuesto el repliegue de las tropas, y previa orden, se desplazará a los aeródromos franceses, para incorporarse allí a las tropas en dicho territorio.

NOVENO: El Grupo de Ejércitos, una vez decidido el repliegue de la región de Figueras, si esto fuese necesario, establecerá con las tropas de defensa de costas y con fuerzas seleccionadas de los ejércitos, cabezas de puente, para cubrir los haces de comunicaciones que corresponden a Perthus y Port-Bou, para garantizar a toda costa la protección de las tropas que se repliegan y que éstas puedan efectuarlo con todo orden.

DÉCIMO: Por si en la maniobra de avance que realiza el enemigo en dirección de Ripoll en los actuales momentos, se produjese la ruptura en el sector del XI Cuerpo, quedando desligadas parte de las fuerzas de éste y del XVIII Cuerpo con las del X Cuerpo, resultando imposibles las comunicaciones laterales entre las tropas a ambos lados de la ruptura, el Ejército del Este tendrá prevista la subdivisión de las fuerzas en dos zonas de acción: una, de la que tomará el mando autónomo el jefe del Ejército del Este, que se replegará sobre la región de Seo de Urgel-Puigcerdá-Coll de Tossas, donde se extremará la resistencia, en condiciones análogas a las indicadas para la región de Figueras, y el repliegue, si fuese preciso, también en condiciones análogas a las señaladas para las tropas de la región de Figueras.
La parte de las tropas que quede al lado oriental de la ruptura se mantendrán encuadradas en su totalidad en el Cuerpo XVIII que cubrirá las direcciones de ataque hacia Olot.

UNDÉCIMO: Tanto en el repliegue que se está efectuando como en la defensa y ulteriores maniobras que se realicen en la región de Figueras, todos los mandos y la población civil, sobre la que se actuará enérgicamente imponiendo la disciplina y publicando bandos adecuados, tendrán presente que la eficacia de la actuación del ejército tanto en la defensa de las líneas que se le encomiendan, como en la resistencia y en el último repliegue, si éste fuese indispensable efectuarlo, se apoya en el sostenimiento de la moral y en que todos los componentes del ejército se mantengan en sus puestos, cualquiera que sea la gravedad de la situación, para poder dominar en todo momento ésta y asegurar al máximo la conservación de las fuerzas.

P. C., 4 de febrero de 1939
DE ORDEN DEL MINISTRO DE DEFENSA
El general jefe del EMC
Firmado: VICENTE ROJO

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06FEB39. Penúltima Orden, «Directiva número 35» .

  • Para defender Figueras se elige la línea del río Fluviá.
  • El Ejército del Este cubrirá y defenderá a toda costa el nudo de comunicaciones de Besalú, llegando hasta Serinya, donde enlazará con el V Cuerpo del Ejército del Ebro. Este CE se extenderá hasta la costa.
  • El límite entre ambos Ejércitos será Serinya-Crespiá-Ordis-Figueras, todos para el Ejército del Ebro.
  • Se señala el orden escalonado en que había de llevarse a cabo la retirada.
  • En una primera fase cruzarán la frontera «todos los elementos pesados que no sean absolutamente necesarios para la defensa».
  • El Ejército del Este utilizará la carretera de Figueras a Le Perthus por La Junquera, y el del Ebro la de la costa por Port Bou.
  • En ésta, como en las otras fases, se llevarán a cabo el mayor número de destrucciones.
  • En la segunda, el Ejército del Ebro se replegará sobre una línea que irá desde el río Muga en su desembocadura hasta Pont de Molíns, dejando cubiertos Castelló de Ampurias y Figueras.
  • El Ejército del Este cubrirá el frente desde Pont de Molíns a Bassagoda, con los nudos de comunicaciones de Llers y Terradas y la carretera que desde Figueras y por Terradas termina en Albañá.
  • El enlace de los Ejércitos se llevará a cabo en Figueras, Pont de Molíns, Capmany, Cantallops y Requeséns, todos a cargo del Ejército del Ebro. En esta fase deberán quedar evacuados de Figueras el resto de los elementos pesados y los organismos encuadrados en las Grandes Unidades.
  • Con respecto a la tercera fase «Al amparo de las destrucciones que deben ordenarse con la posible simultaneidad por los dos Ejércitos, éstos ganarán la frontera bajo la protección de dos cabezas de puente.» Encareciéndose: «Durante esta fase final deben extremarse el orden y la disciplina, marchando los oficiales con sus unidades en el interior de Francia, sin taponar los pasos y atendiendo las indicaciones de las autoridades francesas.»
  • El X Cuerpo y las fuerzas que con él puedan quedar del XI y XVIII, se replegarán sobre Puigcerdá y Camprodón, donde extremarán la resistencia, cruzando la frontera en último lugar y cuando lo hubiera hecho el resto del G.E.R.O.
  • En este mismo día 6 se dan otras ordenes complementarias. La del Ejército del Este, en la que Perea, desarrolla la Directiva de Jurado y puntualiza que si en el repliegue el XVIII Cuerpo queda separado del XI, aquél seguirá en contacto con el Ejército del Ebro, retirándose por los pasos de montaña que existen entre el Castillo de Requeséns y el Coll de Lli, y haciéndose fuerte el XI en el valle de Camprodón-Molló.

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Según Cordón, el día 6 tiene lugar en Agullana la que será la última gran reunión política.

La preside Negrín y se convoca a petición de Rojo.

Entre los asistentes figuran

  • el general Jurado,
  • el comisario superior Osorio Tafall,
  • el jefe de la Aviación Hidalgo de Cisneros,
  • Modesto,
  • Perea,
  • Castro Delgado,
  • y algunos  miembros del Estado Mayor Central.

En la reunión Rojo lee un informe, donde justifica su actuación en el último período de la guerra y expone

«en términos muy negativos» la situación existente en la zona Centro-Sur, en la cual dice que «sería imposible, o poco menos, la resistencia, si no se enviaban armamento y recursos de todas clases».

Cordón agrega

«Claramente se desprendía la idea del jefe del Estado Mayor Central de no continuar allí la resistencia.»

Era la primera vez que Rojo expone públicamente su rotundo pesimismo.

Hidalgo de Cisneros señala la exigua aviación que había en la otra zona.

Osorio y Tafall indica que el deber de todos era acudir al Centro, porque cree que todavía existían posibilidades materiales de resistencia,

«aparte de otros factores muy importantes, morales y políticos»

Modesto le apoya.

En este momento comunicaron a los reunidos que el enemigo avanzaba muy rápidamente.

«Jurado opinó que debía suspenderse la reunión y cada uno marchar a su puesto. Así lo decidió Negrín, quien dijo unas palabras animosas y otras rebatiendo algunos conceptos de Rojo.»

Inmediatamente se da la orden de trasladar el Cuartel General del Estado Mayor Central y del G.E.R.O. a la zona española del pueblo de Le Perthus. Negrín vuelve a Agullana.

El día 7 pasa el Gobierno la raya fronteriza, salvo Negrín y los ministros de Agricultura, Uribe, Hacienda, Méndez Aspe y Estado, Alvarez del Vayo.

El día 8 Negrín preside en Agullana la última reunión, a la que asisten con Rojo unos treinta jefes y comisarios de los escalones superiores, al objeto de darles conocimiento «de las disposiciones de carácter general adoptadas para la resolución del problema militar».

Durante la comida, Zugazagoitia señala que a poco de comenzar se oyó un fuerte estruendo lejano: había sido volado el Castillo de Figueras. Aquella fue como una señal.

«El Presidente del Gobierno interrumpió la comida y decidió la salida inmediata. No me expliqué bien aquel nerviosismo».

Negrín cruzó La Junquera y en Le Perthus se reunió con Rojo. Allí se apearon de sus vehículos. Pasaban algunos internacionales.

El Presidente dio varias órdenes, apuntó algunas cosas en su cuaderno de notas y, cuando una autoridad francesa le notificó que los fotógrafos habían sido alejados, cruzaron todos la frontera.» Un pelotón de soldados franceses presentan armas. El agregado militar de la Embajada en España, coronel Morel, se cuadró y saludó militarmente. «El día 9 abandonó Negrín Le Perthus y lo hizo por indicación del general Fagalde, jefe de la División francesa con sede en Montpellier»

Marchó a Toulouse a reunirse con sus ministros.

El 7 de febrero, el 6 se ha producido la primera reunión de Agullana y el 8 la segunda, a escaso kilómetros de allí, en las proximidades de Pont de Molins, se produce el asesinato de un grupo de prisioneros de los capturados en Teruel, y algún otro, entre los que se encuentran el Obispo Polanco y el coronel Rey D´Harcourt. Hecho todavía no aclarado en nuestros días.

(Ir a Destino de los prisioneros de Teruel)

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El 05FEB39 el Gobierno francés autoriza la entrada de combatientes

El 06FEB39 el G.E.R.O. ha organizado el cruce por los pasos principales.

Se precipitan los acontecimientos. La desesperación es general y el estallido de brotes de pánico frecuentes. En Figueras el día 5 sobre las cuatro de la tarde se conoce allí el paso a Francia de Azaña y otros altos dignatarios. La noticia causa enorme sensación. Dos fuertes bombardeos de la aviación contribuyen a aumentar el pánico y la desbandada. La ciudad queda prácticamente abandonada. A las nueve de la noche llegaban los generales Jurado y Cordón a Figuras y la encuentran n desierta, ni siquiera permanece la guardia del Castillo.

«En la estación, para coger los trenes que se habían formado, hubo toda clase de violencias y las escenas de desesperación a la salida de Figueras fueron terribles »

En el frente en retirada se situó de Oeste a Este la 11 División (V Cuerpo),y las 35, 42 y  43 del CE XV. Las dos últimas según Tagüeña «estaban agotadas y sin soldados», y recibe, por partes iguales, los efectivos de la 3ª, que desaparece. En cuanto a los internacionales, Modesto dice que «abandonaron el frente por sorpresa y se replegaron a la frontera con todo orden».
Tagüeña se queja de la disolución por orden de Modesto precisamente de la 3ª División, la antigua «suya». Tagüeña había mantenido serias discrepancias con Modesto. La política de rivalidades persiste hasta el final.

Tagüeña

Los internacionales que habían sido reincorporados a la 35 División  abandonaron (el día 6) el frente por sorpresa y se replegaron hacia la frontera con todo orden. Modesto montó en cólera y quiso que yo los detuviera, aunque fuera a la fuerza. De acuerdo con mi comisario, los dejé marchar cuando comprobamos que habían recibido una orden de André Marty y de Gallo (Luigi Longo). Me pareció además justo que se protegiera a este pequeño grupo de veteranos, de los azares de los últimos combates.

ÚLTIMOS AVANCES

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Se toma Seo de Urgel, con otros pueblos y aldeas de montaña, como Espahent, Novés de Segre, Avellanet, Ballestá, Arfa, Calvinya y Alás. En el Sector de Berga, Barreda, Bagá y San Julián de Cerdanyola.

Se siguen las pocas carreteras de esta zona de gran dureza. Los combates son prácticamente nulos. El avance se limita a las durísimas marchas y ascensiones sin caminos muchas veces y con frecuentes destrucciones de los escasos puentes.

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El Cuerpo de Aragón ocupa Perafita.

El del Maestrazgo, Santa María de Corcó.

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El de Navarra, amplía el pasillo sobre Gerona y extiende su flanco izquierdo hasta San Hilario de Sacalm, Osor, Anglés y Salt. Establece una cabeza de puente sobre el Ter al Norte de Gerona.

Por la costa, el C.T.V. rebasa Palamós . Por el interior se ocupa Cassá de la Selva y La Bisbal.

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En el Sector de Berga se alcanza  Pobla de Lillet y se continúa el avance por la carretera de Puigcerdá.

Desde Seo la 63 División llega a la línea fronteriza

«destacando una comisión a Andorra a saludar a las autoridades, en nombre de S.E. el Generalísimo, que es recibida entusiásticamente»

Más al Oeste, entre el Norte de la línea de contacto y Andorra se pone en marcha la Agrupación Pirenaica nacional que se enfrentará con la antigua Agrupación Pirenaica republicana que guarnecía la Comandancia Militar de Seo.

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El Cuerpo de Aragón se aproxima a Alpéns.
El del Maestrazgo entra en Pruit y Rupit y llega hasta Bas.

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El parte del Cuerpo de Ejército de Navarra habla de las dificultades para cruzar el río Ter

«con los puentes volados, la gran cantidad de agua y la fuerte corriente»

no obstante logra fijar una línea jalonada por los pueblos de Celrá, Sarriá de Ter y Contestíu.

El C.T.V. alcanza la orilla derecha del Ter en un buen tramo hasta su desembocadura

ÚLTIMA DIRECTIVA GERO

«Al Grupo de Ejércitos de la Región Oriental.

Como consecuencia de la situación creada en fin de jornada de ayer con el repliegue de los Ejércitos del Ebro y del Este y de la ruptura del frente de este último, disponga V.E. que se reorganicen las tropas en la línea del Fluviá y Sierra de Bassagoda, y apoyándose en ella ponga en ejecución el plan de maniobra recientemente trazado para el repliegue sobre la frontera.

Se extremarán las precauciones para asegurar la protección en la última fase, realizando con la máxima intensidad el plan de destrucciones y protegiendo las columnas con destacamentos de tropas selectas situadas a retaguardia y especialmente sobre las líneas de comunicación.

Las tropas pasarán la frontera formadas con sus Jefes y Oficiales hasta División a la cabeza y llevando todo su equipo.

Se exigirá el mayor orden y disciplina y se respetarán por las unidades los itinerarios que se fijen por el Mando para el paso de la frontera.

Los Jefes de unidad entregarán estado numérico de las fuerzas y material que pase la frontera y relación de los Jefes, Oficiales y Comisarios, y racionarán en la última jornada sus fuerzas para dos días.

Por los Jefes de Ejército, Cuerpos de Ejército y División se darán órdenes precisas para garantizar el buen comportamiento de su tropa en la retirada y la mayor disciplina y orden en todas las fases de la maniobra y especialmente en el paso de la frontera.

P.C. a las 3 h. del día 8 de febrero de 1939.
De orden del Ministro de Defensa Nacional.
El General Jefe del Estado Mayor Central, Vicente Rojo.
Rubricado.
Conforme.
El Ministro de Defensa, Negrín. Rubricado.»

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La retirada se realiza de acuerdo con el plan previsto. El Grupo de Ejércitos completa la Directiva del EMC señalando que el repliegue se hará en tres jornadas:

  • El 8, las tropas se situarán sobre la zona de destrucciones y comenzará la ejecución de las voladuras.
  • El 9 y el 10 se llevará a cabo la entrada en Francia.

Tagüeña dice que el día 7 por la tarde se derrumba la línea del V Cuerpo.

«Afortunadamente había hecho saltar todos los puentes y el enemigo avanzaba despacio » .

Al atardecer recibe por teléfono la orden de cruzar la frontera. Al efecto sitúa en primera línea las Divisiones 35 y 42 sobre el Fluviá, y la 43, muy desgastada, en reserva.

Al amanecer del día 8, Tagüeña reúne a sus jefes y comisarios de División. Ya de mañana llega la orden de Modesto derivada de la Directiva de Rojo. Las fuerzas utilizarán las carreteras de la costa.

Las Divisiones se retiran. La 35 y la 42 sobre la orilla Norte del Muga y la 43 hacia la frontera.

No existe de momento enlace  con el V Cuerpo. Entrada la noche aparecen los primeros soldados de la 11 División que se retiran sobre Francia por caminos secundarios al Este de la carretera general de Figueras a Le Perthus.

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Parte del Cuerpo de Ejército de Navarra.

Continúa rapidísimo avance, se cruza el río Fluviá, la 4ª División ocupa multitud de pueblos que definen una línea jalonada por Santo Tomás de Fluviá, Garrigás y Báscara. Aprovechando esa penetración, la 5ª División se lanza en tromba por la carretera general y ocupa a las seis y media de la tarde Figueras y su Castillo, donde aún tienen lugar las últimas voladuras a la llegada de las fuerzas nacionales.

El Cuerpo de Maestrazgo se apodera de Besalú y Esponella

El C.T.V. se establece sobre el río Fluviá entre Vilahur y el mar.

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La Agrupación Pirenaica ocupa Tirvia (al Oeste de Andorra, no figura en la diapositiva).

El Cuerpo de Urgel establece contacto en Capdevánol con el Cuerpo de Aragón.

El CE de Aragón avanza en dirección a la frontera y alcanza Ribas de Fresser. Hacia el Este llega a las proximidades de San Juan de las Abadesas.

GADA NAC FRONTERA

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091230H. «Scala» comunica telegráficamente a «Términus»

«Tropas del Cuerpo de Ejército de Navarra han llegado a la frontera a las 12,5 horas del día de hoy, desconociéndose por qué punto lo han hecho».

El parte de operaciones señala que la 5ª División había alcanzado

«la frontera francesa en el Coll de Perthus », a las 1135H, y que a la una se izaba el pabellón nacional por el general Sánchez González, mientras que a las 1500H el general Solchaga, «Cumpliendo la comisión que le había conferido S.E. el Generalísimo, se entrevistó en la frontera con el general Fagalde, que manda el Cuerpo de Ejército francés de esa zona, cambiando los cumplimientos de rigor».

La 4ª División, partiendo de la línea Rosas-Vilajuiga, llega a unos diez kilómetros de Port Bou, tras vencer alguna resistencia esporádica y luchar contra las destrucciones continuas en las vías de comunicación.

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En el Cuerpo de Ejército de Aragón,

  • la División 51 alcanza desde Ribas de Fresser el Santuario de Nuria y luego la raya fronteriza en alturas superiores a los 2.700 metros.
  • La 53 ocupa San Juan de las Abadesas
  • y la 54 División lleva a cabo operaciones de enlace y limpieza del terreno.

En el Cuerpo de Ejército de Urgel , venciendo alguna resistencia del enemigo, se ocupan los pueblos de Isóbol y Prats, continuando la marcha hacia Puigcerdá.

La Agrupación Pirenaica llega a Alíns.

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El día 10,

En el CE de Navarra, entre las dos y tres de la tarde la 4ª División entra en Port Bou y diversas fuerzas rastrillan el terreno situado entre dicha carretera y la de Le Perthus.

En el Cuerpo de Urgel a las siete y media de la tarde se ocupa Puigcerdá,

«habiendo cumplimentado con las autoridades francesas de Bourg-Madame».

El de Aragón cubre todos sus objetivos

«dejando limpio de enemigos la zona Norte hasta la frontera».

El espectáculo que se ofrece, tanto en la carretera de la costa como en la de Le Perthus y los caminos, carreteras y sendas, es impresionante.

Vigón

«Desde Figueras a Le Perthus hay veintitantos kilómetros de coches destrozados, de ropas, de modestos equipajes despanzurrados, de armas, de cajas de municiones, de los utensilios más heterogéneos; es como el éxodo de un pueblo entero. En la raya de la frontera, del lado de allá, hay unos hombres y unas mujeres que miran con ojos tristes, sin odio, pero cargados de pena».

Parte oficial

«El espectáculo que presenta la carretera desde un par de kilómetros antes de La Junquera es verdaderamente desolador, porque refleja la marcha de los restos de un Ejército en total derrota; los coches, camiones abandonados, algunos de ellos incendiados, bidones de gasolina, herramientas, tornos, armamento, papeles, cadáveres, carros agrícolas y ganado abandonado, cubren de tal modo la carretera que materialmente es imposible llegar en coche a la frontera».

Todavía queda alcanzar algunas zonas de montaña y ocupar el enclave de Llivia.

El día 11, el Cuerpo de Urgel

«Se ha ocupado Llivia, encontrando alguna pequeña dificultad por parte del Comandante de Policía francesa, que fue resuelta fácilmente.»

Al tema de las dificultades se refiere el telegrama de «Escala» a «Términus», dado a las cinco y cuarto de la tarde de este día 11:

«La ocupación [de Llivia] fue llevada sin dificultades por parte de las autoridades francesas. El único que ha puesto alguna dificultad ha sido un comandante de la Guardia Móvil, pero se resolvió inmediata y felizmente»  «Algunos milicianos desde territorio francés han hecho algún disparo sobre nuestras fuerzas, pero los gendarmes los desarmaron.»

En el Cuerpo de Ejército de Aragón,

  • La 51 División ocupa el Coll de Tosas
  • La 53. San Pablo de Seguríes, el parte señala que

«la progresión se efectúa lentamente por la resistencia que ofrece el enemigo, que protege la retirada de grandes núcleos y por las dificultades del terreno».

El 12, la División 53 entra en Camprodón, «después de vencer la resistencia enemiga». Parte

«El enemigo en su retirada ha efectuado numerosas voladuras en la carretera, notándose por centenares los vehículos que, a lo largo de la misma, aparecen quemados.»

El día 13, el Diario de Operaciones del Cuerpo de Ejército de Aragón

«En el día de hoy ha quedado establecido servicio de vigilancia en el puesto fronterizo de Coll de Ares, sobre la carretera de España a Prats de Molló. El enemigo, en su huida, ha destruido o incendiado cientos de camiones, muebles y efectos diversos y ha sacrificado innumerables caballos, mulos y ganado vacuno y lanar, que no pudo llevarse consigo.»

La 53 División ocupa primero Molló y después llega al Coll de Ares.

El parte oficial del Cuartel General del Generalísimo del día 10, dice:

«La guerra en Cataluña ha terminado.»

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Zona de operaciones aislada, comprendida entre la línea de contacto a caballo de la carretera de Tremp al valle de Arán y Andorra.

El objetivo nacional será lograr el control de la carretera Llavorsí-Allins, única vía de comunicación apta para medios motorizados.

Se enfrentarán la Agrupación pirenaica nacional constituida con medios del CE de Urgel y  la Agrupación Pirenaica republicana de la Comandancia Militar de Seo de Urgel.

PASO A FRANCIA

Obra derivada de CC-BY 4.0 ign.es MTN50ImpresoSerie 1875-2022

El 7 de febrero el Cuerpo Navarro, que había relevado a los italianos para impedir que fueran éstos los que asomaran a la frontera francesa, presionó mucho sobre la carretera general en dirección a Figueras. A primera hora de la tarde me enteré de que se había hundido toda la línea del V Cuerpo, cuyo puesto de mando estaba instalado ya cerca de Figueras a unos 20 km a retaguardia del mío, que todo el día se mantuvo en Torroella de Fluvia. Cubrí mi flanco derecho con fuerzas de la 35 División y esperé órdenes del Ejército del Ebro. Afortunadamente el V Cuerpo había hecho saltar todos los puentes y el enemigo avanzaba despacio.

Al atardecer, los navarros consiguieron pasar el Ter en el sector de la 43 División. Por la noche establecí mis fuerzas en el río Fluviá con la 35 y la 42 divisiones delante, y la 43, muy quebrantada, en reserva. Establecí mi puesto de mando en Santa María de la Muga cerca de Figueras. Por teléfono, el Ejército del Ebro me comunicó que íbamos a cruzar la frontera, y al amanecer del día 8 reuní a todos los jefes y comisarios de división en una última entrevista. Mandé después al capitán Loriente, con todos nuestros archivos y equipajes a la línea fronteriza en Port-Bou. Con él marchó mi esposa, que desde la pérdida de Barcelona había permanecido siempre en mi cuartel general.

El 8 de febrero por la mañana, cuando el enemigo se aproximaba a Figueras, que sus aviones bombardeaban terriblemente, llegó la orden de Modesto para entrar en Francia. Debía replegarme en seguida de la margen norte del río Fluviá a la del río Muga, por la noche me relevaría la 11 División. Luego una división del XV Cuerpo atravesaría la frontera por Port-Bou y las otras dos por pasos de montaña cercanos a los que se llegaba por sendas difíciles y penosas, inaccesibles para autos y camiones. Afortunadamente, esta disposición fue cambiada y las tres unidades cruzarían por Port-Bou. Desde mi puesto de mando presenciamos la tremenda explosión del castillo de Figueras, que se anticipó muy poco a la entrada del enemigo en la ciudad. Nuestras fuerzas se replegaban. La 35 y la 42 División sobre la orilla norte del Muga y la 43 hacia la frontera. Por la tarde, me detuve en el pueblo de Pau. No teníamos ningún enlace ni con la 11 División ni con el V Cuerpo. Al anochecer me trasladé a una enorme mansión cerca de Llansá, casi completamente vacía ya que sólo quedaba una mujer enferma, que había sufrido grandes hemorragias y a la que los médicos no se habían atrevido a evacuar por la gravedad de su estado. Nos miraba con ojos asustados, mientras tratábamos de tranquilizarla y convencerla de que debía permanecer donde estaba; pero ella quería huir a toda costa y luego supimos que, al marcharnos nosotros, consiguió que la subieran a uno de los camiones que todavía circulaban hacia el norte.

No aparecía la 11 División y ya nos preparábamos a cubrir nosotros mismos la retirada, cuando me llamó Modesto a su puesto de mando, bastante cerca del mío. Allí supe que el V Cuerpo se dirigía hacia la frontera al noreste de Figueras por caminos secundarios.
Después de perder Ripoll y Olot, el Ejército del Este cruzaba los Pirineos por Puigcerdá y Camprodón. El gobierno y el Estado Mayor Central, pisaban ya tierra francesa. Francisco Antón me comunicó que el Partido Comunista apoyaba a Negrín en sus propósitos de continuar la resistencia en la zona Centro-Sur, a donde debíamos trasladarnos para seguir luchando. Me entregó un pasaporte diplomático a mi nombre, rellenado con bastante descuido y que en vez de fotografía llevaba un recorte de periódico. Lo más valioso de este documento era una visa de la embajada de Francia en España.

Hablé luego por teléfono con Luis Gullón y me informó que ya se había presentado el jefe de Estado Mayor de la 11 División. Nunca creí que esta unidad llegara hasta nosotros, pero lo hizo.

Volví a Llansti y las formalidades del relevo no ocuparon mucho tiempo. Sin embargo, ya había amanecido el 9 de febrero cuando con mis oficiales me acerqué a Port-Bou, donde Modesto me ordenó resolver el problema del embotellamiento de camiones y vehículos de todas clases, que llenaban la carretera hasta la misma línea fronteriza. Fui allí a caballo, ya que no se podía ni soñar con hacerlo en automóvil. A un lado y otro del camino acampaban muchos soldados de toda clase de unidades, que ya con Francia a la vista, no se apresuraban a pasar o esperaban órdenes. También había población civil, sobre todo mujeres y niños, que acompañaban a los militares.

Junto a la frontera encontré a Loriente. Me comunicó que los servicios del Cuerpo y toda la 43 División ya la habían pasado, lo que estaba de acuerdo con las instrucciones recibidas. Pero también, por su propia iniciativa, envió con ellos el camión cargado con los archivos y equipajes. Su intención era protegerlo, pero resultó un desatino, ya que perdimos no sólo todos nuestros efectos personales y diarios de operaciones, sino cosas más valiosas como el banderín del XV Cuerpo, que había llevado en mi automóvil toda la retirada y del que me desprendí sólo a última hora, para que estuviera más seguro. También intentó que Carmen siguiera adelante pero ella no se dejó convencer y se quedó a esperarme. El pobre Loriente pensaba que al otro lado íbamos a seguir moviéndonos con toda tranquilidad y dando órdenes.

En la misma caseta de los aduaneros, encontré a los subcomisarios generales Bilbao e Inestal y al jefe del Estado Mayor de la Marina, Prados. Los franceses no permitían el paso más que a soldados aislados y sin armas. Pocos lo hacían y era deprimente verlos marchar con la cabeza baja como avergonzados. En los últimos metros de suelo español había mucha gente desperdigada y pilas enormes de armas que íbamos a entregar al enemigo. Los alrededores estaban llenos además de mulos y caballos sueltos porque los franceses exigían para ellos un certificado sanitario. Bastantes de estos animales, como si también quisieran escapar, iban penetrando en territorio francés mientras pastaban. El espectáculo era indignante y debía tomar medidas rápidas. En primer lugar, comuniqué secamente a los jefes y comisarios allí presentes, que su misión había terminado y que el Ejército del Ebro se hacía cargo de ella. No tenía tiempo para ceremonias y si hasta entonces no habían sido capaces de organizar algo, no los necesitaba. En seguida, mandé al mayor Gullón a parlamentar con el jefe militar francés y, sin dificultad, se puso de acuerdo con él en los puntos fundamentales. Nuestros soldados cruzarían en formación y con armas, que luego entregarían. No pondrían dificultades a vehículos de todas clases, con cualquier carga y dispensarían del permiso a las caballerías. También consintieron en que el armamento amontonado en territorio español fuera trasladado, cargándolo en todos los carruajes que pasasen a Francia. En una palabra, la frontera se abría de par en par, a la vez que una línea de soldados franceses con banderas, se desplegaban marcando con exactitud los límites entre los dos países.

Inmediatamente empecé con mis oficiales a reunir en grupos a los soldados dispersos. Les explicábamos la situación y luego formados, cruzaban la raya fronteriza, depositaban sus armas a un lado de la carretera y seguían adelante. Despeñamos en los barrancos los vehículos estropeados y pusimos en movimiento a los demás. Lo peor era cuando encontrábamos gente testaruda (o demasiado disciplinada) que no quería marchar sin recibir órdenes de sus jefes, muchos de los cuales ya estaban en territorio francés. Por ejemplo, había oficiales del V Cuerpo que no querían creer que Líster estaba abandonando España por otro lugar y tuve que obligarlos a entrar en Francia. Aparecieron camiones llenos de leche condensada y cigarrillos, cuya carga repartimos a la gente. Después los llenábamos con los fusiles todavía hacinados en nuestro territorio. En pocas horas, los obstáculos desaparecieron y la circulación se hizo fluida, aunque no dejaban de subir nuevos transportes desde Port-Bou. Cuando llegaron nuestras unidades de primera línea, el paso no ofrecía dificultades. Se lo merecían, habían cumplido su misión y a ellos se debía que los últimos días de la guerra de Cataluña no hubieran sido marcados por una verdadera hecatombe, en la que perecieran mezclados hombres, mujeres y niños, civiles y militares.

Por la mañana (del 09FEB), cruzó la raya la 42 División con mis antiguos compañeros de la 3. Buscábamos entre ellos caras conocidas de veteranos de nuestras batallas, y era doloroso comprobar que quedaban muy pocos; en total poco más de medio millar de hombres. Mandé ocupar posiciones cerca de la frontera a una batería antiaérea de 76 m, que ahuyentó con su fuego a unos cazas Messerschmitt, que desde gran altura vinieron a observarnos. Seguramente porque estábamos tan cerca de Francia, los bombarderos enemigos nos dejaron aquel día tranquilos. El jefe francés me llamó asustado para exigirme retirara los cañones sin dilación, basándose en el artículo de un tratado que prohibía instalaciones militares hasta unos cien metros de la línea. Lo tranquilicé como pude, pero no atendí su petición, no eran momentos para ponerme a leer documentos. Por suerte, los aviones enemigos no volvieron y no hubo más incidentes. Llegaron más oficiales franceses que nos miraban con curiosidad y hacían preguntas como de profesional a aficionado. Creo que más tarde recordarían muchas veces, que, entre otras cosas, les dije que nuestro ejército había sido vencido, pero que a ellos les iba a llegar pronto el turno y sentirían no habernos ayudado. No había duda que nuestra derrota representaba también la de Francia; pero no querían admitirlo y me hablaban de las virtudes de sus soldados. Esto no me impresionaba, porque si las virtudes fueran suficientes para ganar una guerra, nosotros no la hubiéramos perdido.

Al atardecer, el tránsito se fue reduciendo poco a poco. En ese momento, ordené cruzar la frontera a gran parte del personal del Estado Mayor del XV Cuerpo, entre ellos al viejo capitán Marín, que fue hasta el final uno de los más animosos. Con las últimas luces del día se acercaron los voluntarios de las Brigadas Internacionales. André Marty los esperaba y me pidió que me colocara a su lado. En su último y emocionante desfile, pasaron ante nosotros unos centenares de supervivientes de las batallas más duras de nuestra guerra, ante los cuales mis oficiales y yo nos cuadramos, saludando militarmente, mientras se iban perdiendo en la oscuridad hacia Cerbere.

Ya de noche, el jefe francés me llamó para comunicarme que por la tarde nuestros enemigos habían ocupado La Junquera y alcanzado el puesto fronterizo de Le Perthus, cortando la retirada a muchos fugitivos y que ahora venían corriéndose por las crestas hacia nosotros. Esta última parte de la noticia era completamente fantástica, ya que en el terreno abrupto de los Pirineos, sin comunicaciones laterales, tardarían muchas horas en recorrer esa distancia. Un francés de la región, perfecto conocedor del terreno y como buen contrabandista, que acompañaba a Marty, estuvo de acuerdo con mi opinión. Sin embargo, Modesto, como precaución, mandó a la 35 División ya dispuesta a penetrar en Francia, que ocupara posiciones cara al oeste. Se oyeron entonces fuertes explosiones en la estación ferroviaria de Port-Bou y vimos el humo de los incendios que destruía los últimos almacenes de armas y municiones. Los últimos grupos, los encargados de las voladuras, estaban llegando y con ellos la 11 División. No había tenido tiempo de desplegarse la 35, cuando recibimos la contraorden para que se reuniera de nuevo y abandonara España.

Ante los ojos admirados de los militares franceses, desfiló entonces la 35 División, la 11 y el Batallón Especial del Ejército del Ebro. Luego siguieron lentamente unos tanques averiados y la carretera quedó completamente vacía. Todavía nos quedamos un rato hasta que en el horizonte del mar iba aumentando la luminosidad que precedía al amanecer del 10 de febrero.

Recibida la orden de pasar la frontera, lo hicimos, tiramos con pena nuestras pistolas en uno de los enormes montones de armas y en varios automóviles bajamos hacia Cerbere. Me acompañaban Carmen, Fusimaña, Luis Gullón, Francisco Gullón y Loriente, de mi Estado Mayor y los jefes de división Mateo Merino, Rodríguez y López Tovar.

Detrás venía Modesto, que había querido ser el último de su ejército que dejara el territorio español.

Obra derivada de Mapas Generales IGN

El último parte del Ejército Popular referente a la guerra en Cataluña corresponde al día 10. Dice

«Nuestras fuerzas continúan sus repliegues con orden absoluto, salvando totalmente sus efectivos, material y armamento.»

La información disponible sobre el paso de las fuerzas a Francia es incompleta y en muchos casos poco fiable.

Desde un punto militar y dentro de la confusión que en este tipo de operación es natural que predomine será normal que no se respeten de manera minuciosa los límites entre Unidades; también será normal la mezcla de Unidades  y la acogida en otras de grupos o personal aislado. Teniendo en cuenta la situación de las Unidades y los planes de repliegue y aceptando que en los últimos momentos los límites establecidos por el Mando no siempre se respetarán y que es normal que las Unidades se mezclen de manera voluntaria o de manera inconsciente, a continuación se exponen las posible zonas de paso empleadas por los diferentes CEs.

  • En la zona más occidental, la Agrupación Pirenaica pudo cruzar a Andorra a través de pasos de montaña existentes a lo largo de la frontera Oeste.
  • El CE X/ESTE pudo utilizar los cuatro pasos entre la Cerdaña española y la frontera: los correspondientes a las carreteras de Puigcerdá a Llivia y Bourg-Madame y los que llevan de las localidades españolas de Guils de Cerdaña y Vilallovent a las francesas Latour de Carol y Osseja.
  • En la zona central, el collado de Ares se defiende hasta el último momento y los puertos situados al Este y al Oeste pudieron ser utilizados por los restos del CE XI/ESTE y Unidades sueltas del XVIII.
  • Es posible que la mayor parte del XVIII emplease los pasos que llevan a Villeroges y Coustouges desde Albañá, el camino de montaña que parte de Massanet de Cabrenys y el Collado de Lli. También grupos aislados de la Agrupación Bosch (Cuerpo XII/EBRO) pudiero emplear alguno de estos últimos paso mezclados con las fuerzad del CE XVII/ESTE.
  • El CE V lo más probable es que emplease los pasos al Este de Le Perthus, como señala Tagüeña.
  • El CE XV empleará Port-Bou junto la DIV 11/V y grupos de Internacionales.