Se mantiene la tónica general. Las fuerzas vascas son improvisadas, con escasa capacidad militar; se producen episodios de defensa brillante como en los Inchortas pero en general las fuerzas no son capaces de soportar una presión bien dirigida.
Las fuerzas nacionales continúan siendo muy escasas para el esfuerzo que se les exige; esto obliga a constantes cambios en las estructuras de las Unidades. El terreno duro, organizado defensivamente y una defensa decidida por parte del adversario provoca avances lentos y muy sangrientos. La organización de los apoyos de fuego está muy perfeccionada, con buena coordinación entre artillería, aviación y fuerzas apoyadas; no obstante, el fracaso del día 20 por la BRI IV con un elevado número de bajas pudo deberse a una grave descoordinación entre apoyos y unidades apoyadas.
La aviación nacional continúa dueña del aire; escasa presencia de la aviación republicana.
La desmoralización aumenta entre la población civil y las tropas vascas.